En este artículo, nos adentraremos en los conceptos de intuición e instinto, y su relación con las respuestas traumáticas y el trastorno de estrés postraumático (PTSD). Cuando nuestro cerebro y sistema nervioso asocian algo, algún lugar, algún olor o algún sentido con una experiencia traumática, es lógico que esa sensación o cosa desencadene respuestas automáticas de lucha o huida, como la ansiedad, el miedo y la incomodidad. Por ejemplo, después de un accidente de coche, es comprensible que alguien tenga miedo de volver a subirse a un vehículo. Hay muchas situaciones diferentes que pueden tener resultados similares.
¿Instinto o intuición?
El instinto se refiere a un patrón de comportamiento innato, típicamente fijo, en respuesta a ciertos estímulos en los animales. Por otro lado, la intuición es un conocimiento interno, algo con lo que nacemos y no aprendemos ni pensamos conscientemente. Mientras que el instinto es algo que se manifiesta en comportamientos complejos que contienen elementos tanto innatos como aprendidos, la intuición es una forma de saber algo sin haberlo aprendido o pensado conscientemente. Podríamos decir que es una habilidad natural.
Respuestas traumáticas y la necesidad de desafiarlas
Las respuestas traumáticas, por otro lado, son aprendidas. Son mecanismos de afrontamiento que desarrollamos para protegernos. Sin embargo, en muchos casos, es necesario desafiar estas respuestas para seguir adelante, sobre todo cuando se trata de amor, de perseguir nuestros sueños o de arriesgarnos en nuestras carreras. Aunque puede ser incómodo y aterrador, enfrentar los temores y desafiar los viejos mecanismos de defensa nos permite crecer y avanzar hacia nuestras metas.
A veces, la línea entre la intuición y el miedo puede ser difusa, especialmente cuando estamos cansados o agotados emocionalmente. En esos casos, podemos confundir el miedo con nuestra intuición. Sin embargo, es importante reconocer que el miedo no siempre es un indicador de intuición. Podemos aprender herramientas y estrategias para identificar y enfrentar nuestros miedos, y así desprogramar viejos patrones de pensamiento y comportamiento que ya no nos sirven.
En resumen, es importante darse cuenta de que la intuición es algo innato y no aprendido, mientras que las respuestas traumáticas son aprendidas y pueden ser desafiadas. No debemos dejar que el miedo y la ansiedad nos impidan perseguir nuestras metas y sueños. A través de la autorreflexión y la razón, podemos superar nuestros miedos y trabajar hacia nuestro crecimiento personal y profesional.