¿Alguna vez has pensado cómo los padres son buenos padres? Según los psicólogos infantiles, hay dos aspectos de la crianza que pueden influir en el desarrollo de los niños: el control de las emociones y el comportamiento, y la calidez. El aspecto del control describe cómo reaccionan los padres ante sus hijos y qué métodos utilizan para criarlos. El aspecto de la calidez es cuánto afecto dan los padres a sus hijos. Aprender acerca de las diferentes combinaciones de alto o bajo control y calidez de estos estilos de crianza podría beneficiar tanto a los padres actuales como a los futuros y a sus hijos.
Estilos de crianza
1. Autoritario
La crianza autoritaria se caracteriza por ser alta en control y calidez. Estos padres establecen reglas estrictas y consecuencias, pero también se aseguran de no ignorar los sentimientos de sus hijos. Son cálidos, cariñosos y alentadores, y están dispuestos a escuchar a sus hijos y considerar su punto de vista.
Sin embargo, dejan en claro que los adultos son los que tienen el control. Este estilo de crianza se considera el mejor, ya que logra un equilibrio perfecto entre las reglas y el afecto. Los niños criados por padres autoritarios suelen ser felices, seguros, respetuosos y exitosos.
Rara vez muestran signos de comportamiento problemático como adicción, alcoholismo o problemas con la ley. Debido al control que sus padres ejercieron sobre ellos, aprendieron a comportarse correctamente y, al recibir mucho amor durante su crecimiento, pueden amar y sentirse satisfechos, y tener relaciones estables y seguras con los demás.
2. Autoritario
El estilo de crianza autoritario puede sonar similar al autoritario, pero es importante no confundirlos. Los padres autoritarios también establecen reglas estrictas y ejercen control, pero carecen de calidez y emoción. Creen que los niños deben seguir las reglas sin excepción y son estrictos al respecto. No se preocupan realmente por las emociones de sus hijos y la negociación no es una opción.
Pueden parecer fríos y distantes al tratar con sus hijos e incluso pueden volverse hostiles y agresivos. Cuando los niños crecen, son obedientes, respetan la autoridad y siguen las reglas, pero debido a que sus opiniones nunca fueron escuchadas ni valoradas, tienen problemas de autoestima. Les resulta difícil comunicar sus deseos y necesidades con confianza y pueden ser propensos a trastornos de depresión o ansiedad.
3. Permisivo
Este estilo de crianza suele ser el favorito de los niños, ya que los padres muestran poco control y mucha calidez. A menudo dicen que los niños serán niños y perdonan fácilmente los errores de sus hijos. A veces actúan más como amigos que como padres. Les gusta hablar y bromear con sus hijos y rara vez imponen límites.
Sin embargo, por mucho que a los niños les guste ese trato, la permisividad tiene un precio. Los niños criados de esta manera suelen tener poco autocontrol, consideración por los demás y motivación para el logro. También es más probable que experimenten con drogas o alcohol y pueden tener dificultades académicas y poca motivación para la educación superior.
4. Desinteresado
Desafortunadamente, hay padres que no muestran interés ni control ni calidez. Estos padres apenas se preocupan por sus hijos y no preguntan sobre sus necesidades, tareas escolares o amigos. Permiten que sus hijos hagan lo que quieran y esperan que se cuiden a sí mismos. Pueden ser completamente negligentes y rechazar la ayuda de los niños cuando la buscan.
La crianza desinteresada también tiene efectos negativos en los niños. No les va bien en la escuela, no tienen amistades satisfactorias y tienen altos niveles de depresión, ansiedad y consumo de drogas cuando son adolescentes. También es probable que tengan problemas de autoestima.
Aunque cada estilo de crianza tiene sus pros y sus contras, el estilo autoritario se considera el más beneficioso para los niños. Si bien algunos padres pueden identificarse con diferentes estilos en diferentes momentos, buscar un equilibrio entre el control y la calidez puede ser la clave para criar a un niño feliz, protegido y seguro de sí mismo. Si te gustó este artículo, compártelo. ¡Hasta la próxima!